La avispa excavadora Prionyx kirbii es un animal fascinante,
aunque resulta difícil decidir si lo es más por su aspecto o por su
comportamiento. La cabeza, el tórax, las patas y la increíble cintura esbelta
son negros, mientras que el abdomen, alzado como un globo hinchado sobre el
tubo de la cintura, tiene colores caoba y negro con líneas blancas.
Prionyx kirbii vive de forma solitaria en zonas de
matorrales secos donde existan calveros de suelo desnudo. La hembra examina cuidadosamente
el suelo y selecciona el punto donde va a excavar su agujero. En posición boca
abajo y completamente vertical, agarra con sus potentes mandíbulas un grano de
arena o un terruño, a la vez que bate las alas a toda velocidad, tanto que
pueden oirse zumbir, pero no ver. El resultado es el de un taladro; consigue un
agujero perfectamente cilíndrico y vertical, de diámetro suficiente para entrar
en él. Con las patas anteriores retira la tierra desmenuzada. Sigue otra sesión
de taladro, y así sucesivamente hasta obtener un agujero de unos 3 cm de
profundidad. Seguidamente busca una o más piedrecitas de tamaño adecuado que,
bien encajadas, serán la puerta. Prionyx kirbii ya ha excavado un nido. El paso
siguiente será la captura de una presa, normalmente una langosta pequeña, a la
que paraliza con su picada y transporta hasta el agujero. Introduce la presa en
el nido y, a su lado, pone un huevo. Finalmente, arregla la superfície para
disimular su trabajo. Al nacer, la larva dispondrá de una casita segura y a
medida, y de alimento.
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