martes, 30 de agosto de 2016

La tarántula ibérica (Lycosa hispanica), en camí de Torrent dels Llops a Parc de Can Cases. Martorell.































































Lycosa tarantula, Lycosa hispanica. La tarántula de nuestros campos resulta más fiera por su aspecto que por el verdadero peligro de su picadura, similar a la de una avispa. El veneno de esta tarántula española es de escasos o nulos efectos sobre el organismo humano.

Las hembras, algo más grandes que los machos, miden unos 4 cm, a los que hay que añadir otros 2 cm de la longitud de sus patas, lo que no está nada mal para una araña.  Sus cuevas a veces superan los 20 cm de profundidad y les sirven de refugio y de nido donde realizar las puestas. La hembra, que vigila los huevos y lleva a su prole encima de su cuerpo hasta que las pequeñas tarantulitas hacen su primera muda, nunca se aleja mucho de su cobijo. Sin embargo, los machos son más atrevidos, y a veces es posible verlos caminar por el suelo con rapidez. Son de hábitos nocturnos, con una magnífica visión que le proporcionan sus ocho ojos, de los cuales los dos frontales son grandes y perfectos para enfocar.

Recientes estudios han diferenciado taxonómicamente a las especies de tarántulas europeas. La especie Lycosa tarantula correspondería a la tarántula distribuida en Italia y Francia, mientras que la tarántula española sería la especie Lycosa hispanica,  hasta ahora también considerada Lycosa tarantula. Otras especies del género Lycosa presentes en España son: Lycosa munieri en Baleares y Lycosa fasciiventris del sureste penincular.





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